¿Realmente existen programadores malos?
Esta es una pregunta que ronda muchas conversaciones en la industria tech, y aunque puede sonar dura, vale la pena reflexionar sobre lo que realmente significa.
Ser malo no es lo mismo que ser principiante
Muchas veces se etiqueta de “mal programador” a alguien que apenas comienza, que comete errores o que aún no domina ciertas herramientas o conceptos. Pero eso no es ser malo. Eso es ser humano, estar en proceso de aprendizaje.
Lo que realmente preocupa: las malas prácticas sin intención de mejorar

Cuando se habla de “malos programadores” en un equipo, suele referirse más a comportamientos que impactan negativamente el trabajo colectivo. Algunos ejemplos:
- Escribir código desorganizado sin preocuparse por hacerlo entendible o mantenible.
- Repetir errores graves sin mostrar interés en aprender de ellos.
- Negarse a usar buenas prácticas, incluso cuando ya han sido explicadas.
- No comunicarse con el equipo o evitar el trabajo colaborativo.
- Romper partes del sistema y no asumir responsabilidad por ello.
En esos casos, el problema no es la falta de conocimientos, sino la falta de compromiso, humildad o disposición para crecer.
No todo es blanco o negro
A veces, un programador que parece "malo" está simplemente mal acompañado: sin mentoría, sin apoyo, sin un entorno que lo guíe. Y otras veces, lo que necesita es tiempo y espacio para evolucionar.
Por eso es importante tener compasión, pero también responsabilidad. Dar espacio para aprender, pero sin tolerar actitudes que saboteen el trabajo de otros.
En resumen
Más que hablar de “malos programadores”, podríamos hablar de personas con:
- Diferentes niveles de experiencia.
- Diferentes entornos de aprendizaje.
- Diferentes grados de compromiso con su crecimiento.
Y eso cambia todo.
¿Te ha tocado trabajar con alguien que parecía “malo” pero luego evolucionó? ¿O te topaste con alguien que no quería mejorar?